En 1873 se inicia la historia del nacimiento de la prenda conocida con el nombre de vaquero o jean. Esta fue patentada en San Francisco por Jacob Riga y Levi Strauss, a petición de los trabajadores de las minas norteamericanas, porque imperiaba la necesidad de prendas más duraderas y remachadas que soportasen las condiciones de desgaste a las que se sometían durante sus jornadas laborales. Y sí, encontraron la mina de oro ya que hasta nuestros días los sobrinos de su creador continúan con el negocio. Pero no todo fue un camino de rosas.
Allá por el año 1985, la marca sufrió una importante crisis que lanzó frente a las cuerdas cualquier posibilidad de continuidad de la producción. Estos pantalones pasaron a ser los que vestía la gente mayor, padres de familia en la pasada cuarentena, jubilados y únicamente hombres. Entonces apareció Nick Kamen, un joven modelo inglés recién aterrizado en Los Ángeles con una maleta llena de ilusión que con carita de querubín revolucionaría a las adolescentes y en Levi´s tuvieron una brillante idea, sería el protagonista de su nuevo spot publicitario que a ritmo de Marvin Gaye entraría en una lavandería de los años 50 demostrando que además de guapo y no tener precio como estríper mostraría a la población adolescente y juvenil que también los chicos guapos vestían 501.
Y aquí entró en juego el poder de las imágenes. Pensadores como Schopenhauer o Nietzsche a lo largo de la historia dejaron latente una importante relación entre la influencia tanto en el cuerpo como en la mente de la sugestión. De esta forma Levi´s resurgió de sus propias cenizas y remontó espectacularmente sus ventas y un desconocido ángel caído del cielo tuvo numerosas oportunidades de estrellato ante él. La propia Madonna quiso ayudarle en su senda hacia el éxito y produjo una canción que dio la vuelta al mundo en las listas de éxitos “Each time you break my heart”, en esta canción la reina del pop además hizo de corista.
Pero fue unos años más tarde en 1990 cuando lanzó “I promised myself”, un rompepistas de baile que le dio fama y reconocimiento efímero pero con el que alcanzó la cima.
Me gustaría preguntarle a Nick si en algún momento de insensata cordura imaginó que su aventura a Estados Unidos le llevaría a vivir con esa intensidad todo aquello que el destino le tenía preparado fuera de su país. Sin duda, las ocasiones de encontrar aquello que anhelamos están fuera esperando por nosotros, al igual que por estadística matemática la probabilidad nunca falla, y somos nosotros mismos los que dejamos de apostar por las posibilidades de éxito.