«Un ancho bloque de corazón y sueños, uno de los últimos peleadores de clubes, de esos que te dan todo lo que tienen, que convierten el ring en un mar púrpura y siguen pidiendo más». Este era Chuck Wepner, el boxeador en el que se inspiró Stallone tras ver su pelea contra Mohammed Ali, en 1975. Esa pelea estuvo a punto de ganarla Wepner, aunque acabó besando la lona en los últimos segundos como si de una entrega de Rocky se tratara.
Tras ver esta pelea por televisión Sylvester Stallone escribió el guión de Rocky en tres días, cuenta la leyenda. Se encontraba Stallone en una situación financiera malísima, se acababa de separar, y hasta tuvo que vender su perro por 25 dólares. «Seguir cuando crees que no puedes más es lo que te hace diferente a los demás». Esta frase de Rocky fue la actitud determinante para que la película pudiera hacerse realidad. Consiguió encontrar productora, pero esa no era la meta final para Sylvester. Sylvester quería interpretar a Rocky Balboa, y a los productores no les parecía una buena idea dejar el peso del film en un actor desconocido. Habían pensado en actores como Burt Reynolds, Ryan O’neill, incluso Robert Redford se interesó en el papel protagonista.
Stallone se negó varias veces a vender el guión por cantidades enormes de dinero (sobre todo teniendo en cuenta que no tenía ya ni perro), hasta que por fin la productora aceptó el trato, ofreciéndole el papel principal, pero también 10 veces menos dinero que el que le ofrecían por tan solo el guión. Stallone aceptó, y en 28 días rodó Rocky, con un presupuesto bajísimo. Luego ya se sabe, fue un taquillazo, ganó varios Oscar, y fue el inicio de un mito de la interpretación de personajes heroicos. «His whole life was a million-to-one shot», decía el cartel de 1976. Se dice que Rocky (perdón, Stallone) volvió a la tienda de licores en la que había vendido su perro al dueño, y se lo recompró por 15000 dólares. Es Butkus, el perro que aparece en la película.