¿Te imaginas que cada vez que llevases un objeto en el bolso que no necesitases, pagases un euro como penalización?
Llegados a un punto, almacenamos más de aquello que necesitamos. En el armario, en cada cajón del aparador o incluso en el trastero. No es necesario mencionar, el bolso de mano o mochila de uso diario. Pasamos parte del día preocupados, sí, recalcar esta palabra nos dispone a pre ocuparnos del porvenir.
¿Qué podemos hacer con nuestra cruda realidad? Con el presente, aquel que cada día viste y calza el más variado panorama. Y si no fuese plato de deleite, tenemos dos opciones; la resignación que alimenta a la víctima o la determinación de decidir qué quiero cada día y cómo. Así, con arrojo.
Hoy te proponemos que camines con más ligereza, que te atrevas a confiar más en la vida. Al fin y al cabo, nuestras emociones son el alma que mueven nuestros pensamientos y con esta reflexión queremos motivarte a dejar espacio a nuevas vivencias para que liberes esas viejas creencias que saturan tu capacidad de sentir, porque cargamos con ellas a la espalda, porque cada día son más pesadas e impiden nuestra elevación.