«Si quieres que las personas se comporten como en una iglesia debes construir una iglesia, no una discoteca.»
De esta forma Hans Monderman quiso hacer entender la base de su trabajo como ingeniero de tráfico en Holanda. El contexto es más influyente en las personas que las señales de tráfico. Si por el contexto (el entorno), vemos que hay gente, bicicletas, etc., en nuestro mismo camino entonces tomaremos conciencia de por dónde vamos y nos comportaremos de forma acorde y responsable a esta situación.
¿Cómo se consigue? Eliminando barreras convencionales como bordillos entre acera y calzada, borrando los semáforos del mapa, reduciendo de forma minimalista el número de señales. De este modo las personas deben estar más alerta, más implicadas en su adaptación al espacio, en la convivencia con los vehículos de dos y cuatro ruedas, que tanto incomodan al peatón pero que tan necesarios son…
Ha dado buenos resultados en cuanto a reducción de accidentes y atascos, si bien es verdad que es una solución al caos solamente en algunas poblaciones y vías secundarias. Aunque como en esta foto incluso en Londres se encuentra Exhibition Road como ejemplo.
En España ha funcionado con éxito en Amorebieta, por ejemplo, en donde han suprimido los semáforos, creado viales para ciclistas, y zonas de «espacio compartido»… reduciendo un 80% el número de accidentes de tráfico.
En contraste a la idea de una sociedad muy estructurada para resolver el caos circulatorio, la armonía aparece de forma natural cuando conseguimos mediante la responsabilidad y el respeto que los seres humanos demuestren humanidad, que la empatía y el cuidado sustituya al rojo del semáforo, que todo fluya con relativa facilidad gracias a la flexibilidad de unos con otros.