En la vida el tiempo es limitado, por ello para tener éxito necesitamos actuar para poder llevar a cabo nuestros planes.
Algo común en la gente que tiene éxito es que actúa, que una vez que sabe lo que tiene que hacer simplemente lo hace. Es una señal de autoafirmación y de confianza en uno mismo el llevarlo a cabo. Como decía Joseph Joubert, “el motivo no sirve siempre para ser alcanzado, sino para servir de punto de mira”. A veces nos llevará a lugares diferentes a los esperados.
Primero habremos preparado un plan, sopesando pros y contras, formándonos con la teoría previa, preguntando a gente para que nos oriente, siguiendo los consejos de buenos maestros. Incluso habremos proyectado en nuestra mente cómo será nuestra vida cuando consigamos lo que nos proponemos… pero llegará un momento en el que tendremos que aprovechar todo este trabajo y conocimiento para “crear” algo tangible.
¿Qué nos separa de actuar? Las excusas pueden ser muy variadas, formando un conjunto de creencias limitantes que nos alejan del objetivo. Tal vez estemos más que preparados pero busquemos inconscientemente excusas, cayendo en los mismos patrones repetitivos de conducta. No tenemos una voluntad libre si estamos continuamente repitiendo guiones del pasado. O tal vez nos digamos: “No estoy lo suficientemente preparado”, pero tan siquiera lo he intentado ni me he puesto a prueba para saber cuál es mi nivel real. Nunca se está “perfectamente” preparado, pero eso no quiere decir que no hayamos trabajado lo suficiente para estar “imperfectamente” listos. De otro modo estamos subestimándonos a nosotros mismos y el esfuerzo que hemos realizado. No podemos esperar al momento perfecto, la salud inmejorable, al apoyo de pareja, amigos, familia; a la inspiración, a que todo nuestro entorno cambie y que solamente lo haga para nuestro bien, a que nos hagan más caso, a que sea Año Nuevo… porque como decía al principio, el tiempo es limitado.