Una epidemia llamada soledad. Hoy tratamos un asunto propuesto por varios de nuestros lectores. Gracias por todos los mensajes, sin vuestra aportación LPD carecería de alma. Y en referencia a un artículo publicado en la revista Muy Interesante por Sarah Romero destacaría la importancia de tomar conciencia de nuestro papel en la sociedad para echar el freno a este mal común.
Una escalofriante estadística registrada en nuestro país en el año 2014 apuntaba que uno de cada diez españoles se sentía solo. Una barbaridad.
La pregunta tiene condumio, ¿cómo puede ser que estemos tan conectados mediante dispositivos de última generación y el sentimiento de soledad sea tan generalizado?
Para empezar, hay diferencia entre la soledad y el aislamiento social. La soledad viene por el feeling de no encontrase en sintonía con los demás, sin embargo el aislamiento supone el cierre al contacto con el exterior. Por supuesto, ambos desencadenan en terribles consecuencias, la más impactante dice aumentar en un 50% el riesgo por muerte prematura.
Los indicios apuntan a diversos pensamientos del tipo: «para lo que hay fuera, el mundo está muy mal, la gente va a la suya». La parte triste es creer en cada una de ellos, porque estaríamos con un pie dentro del barco, a la deriva en primera línea frente a la tormenta.
No es necesario preguntar en Harvard, pero nos reconforta de manera especial el contacto físico. La interrelación, la conversación personal, el abrazo o beso de aquellos importantes. En pocas palabras, empatía y amor. Por muchos emoticonos en la plantilla del móvil, nunca llegará a sentirse de la misma manera que una sonrisa o el más escandaloso de los desprecios sinceros. Seamos a la antigua, retomemos el contacto físico mediante quedadas reales, en lugar de las virtuales. Que los parques se llenen de niños otra vez, para los que jugábamos en las calles sería casi imposible por el volumen de tráfico en las ciudades, pero que vuelva la vida a parques y jardines con esa algarabía característica de infantes.
Como advertencia, en diversos estudios realizados en Estados Unidos, la soledad llegará a disparar el porcentaje de muerte prematura muy por encima de la obesidad. Parece ser que somos más conscientes de los triglicéridos y sus efectos nocivos para nuestro organismo. Pero, olvidamos alimentar a nuestro corazón con razones para latir.
Esta primera edición va enfocada al refuerzo familiar.
Algunas pautas de listos para despegue, LPD:
-Promover nuestras actividades con otras familias. Mostrar a nuestros hijos la importancia de la sociabilización.
-Realizar al menos una comida familiar al día. Móviles en silencio, ese tiempo debería ser un punto de encuentro y reunión.
-Buscar nuevas aficiones o alternativas a los días libres en conjunto. Conocer gente nueva, y aprovechar al máximo las salidas al aire libre. Carretera, bocata y manta. Quizás, un punto de partida podría ser con las familias de los compañeros de nuestros hijos.
-Aunque parezca de anacoreta, disfrutar de los juegos de entonces. Cuando nos reuníamos con amigos y con un poco de imaginación contábamos historias, jugábamos a Cluedo o volábamos la cometa.
-Para los más osados, muestra a tus hijos o sobrinos cómo se trepa. Quizás en el parque o en un rocódromo. Los niños en los ochenta nos subíamos a los árboles, a día de hoy es prehistórico. Sin dudas es de vital importancia para el desarrollo propioceptivo y habilidades psicomotrices.
-Y un clásico en los programas de Barrio Sésamo cuando Espinete era nuestro héroe, repetían un clip muy curioso bajo el lema de: «solo no puedes, con amigos sí». ¡Incentivemos esa actitud!
Recuerda, si hoy no ha sido un buen día, mañana saldrá el sol